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Tal como decían los Beatles, esto es “to all the lonely people”

  • Carlota de Lucas Abeledo
  • 19 oct 2020
  • 5 Min. de lectura

Artículo escrito por Carlota de Lucas Abeledo


“Y no olvides que sólo soy una chica, delante de un chico, pidiendo que la quiera”, y “PUM”, de repente, tras la pantalla, todos nos convertimos en Julia Roberts, y todos deseamos únicamente ser amados por un joven Hugh Grant. O quizás traspasamos la pantalla con Tom Cruise en Jerry Maguire, que idea todo un argumento para conquistar a Renée Zellweger y ella simplemente contesta “Cállate, ya me tenías con el Hola”. O con un fotógrafo del National Geographic interpretado por el mismísimo Clint Eastwood que le asegura a una pueblerina Meryl Streep que todos los lugares y fotografías que ha hecho a lo largo de su vida le han conducido hacia ella... Incluso lloramos con uno de esos llantos que hacen que se te encoja el corazón cuando el joven DiCaprio se hunde en el mar ante los ojos de Kate Winslet.


Absolutamente todo, desde Blancanieves y La Bella durmiente siendo salvadas por el beso del príncipe, Romeo y Julieta muriendo porque no saben vivir sin el otro, una increíble Whitney Houston cantando que siempre te amará (I will always love you) o Adele buscando justamente a alguien “como tú” ( Someone like you), todo, se convierte en el perfecto escenario para la maravillosa idealización de la existencia del “amor verdadero”.


Desde que nacemos hasta que exhalamos nuestro último aliento todo a nuestro alrededor gira entorno al amor romántico, a la idealización de la vida en pareja, de la vida compartida. Tienen numerosos nombres con los que referirse a ello: la media naranja, el alma gemela, el amor de tu vida… Como si la simple idea de la soledad fuese el mayor de los enemigos del hombre.

Quizás es que la sociedad se siente incómoda ante la idea de una soledad voluntaria, porque conlleva salirse del guión, de lo establecido. Sentirse bien con uno mismo sin necesidad de ser querido por otra persona.

Es la misma sociedad que nos destroza el amor propio con idealizaciones de cuerpos irreales en anuncios, películas y redes sociales para luego vendernos el amor ajeno como poción salvavidas, como solución a todo. Eso sí, ya si no tienes ninguno de los dos, estás jodido.


Ya lo dice Bobby Womack en su canción If you think you’re lonely now…

“Quiero dedicar esta canción a todos los amantes esta noche

I wanna dedicate this song to all the lovers tonight

Y espero que sea el mundo entero

And I expect that might be the whole world

Porque todo el mundo necesita algo o alguien a quien amar

Because everybody needs something or someone to love”


La creencia de que el amor es la solución a todos nuestros problemas, la felicidad más íntegra, la parte que nos falta, que nos completa. Es entonces cuando deja de importar lo feliz que seas, tu situación económica, la cantidad (y calidad) de amigos de los que te rodees, que por fin hayas conseguido el trabajo de tus sueños… Nada será nunca lo suficiente si no tienes a alguien con quien compartirlo.

Nos pintan el amor como esa tirita que cubre la herida, como esa pastilla contra el dolor. No importa lo mal que te vaya en la vida mientras tengas amor, mientras estés enamorado. Y si tienes muy claro que no buscas enamorarte de repente todo el mundo te dará consejos y se volverán increíblemente sabios acerca de tu porvenir y tus beneficios : “Ya te enamorarás… Ya vendrá el indicado o indicada… Eso es porque todavía no has encontrado a la persona adecuada, ya verás…” Y te quedas así, esperando.


Nos da igual lo que pase después del final feliz, nos da igual que estar enamorados no sea como en las películas o como en las canciones o los libros… Porque a pesar de todo seguiremos enamorándonos, seguiremos creyendo que es la última razón de nuestra mísera existencia, compartir la vida con alguien, sentirse querido, sentirse deseado.


Pero entonces crecemos y a veces la vida no es tal como imaginamos, y nos vemos con casi treinta años y sin pareja, sin el amor de tu vida, y te parece lo más terrible que te haya pasado jamás. Y las miradas de la gente cambian cuando te miran y ves que sienten lástima, porque está sola, porque ya tiene una edad, porque pronto querrá ser mamá… Como si toda tú, todos tus logros, toda la vida que has formado, la gente a la que has amado, lo que has aprendido, lo que has avanzado, lo que te has conseguido llegar a querer por ti misma, lo feliz que eres realmente… Como si todo eso no valiese nada de repente, porque no estás enamorada y, oh, eso sin duda es lo más horrible que le puede pasar a nadie.

Entonces comienzan a mirarte interrogantes, preguntandose por qué, con lo joven que eres, lo exitosa, brillante, divertida. ¿Qué tendrá de malo para que nadie quiera salir con ella? Y de repente sientes una enorme culpa sobre tus hombros, el enorme peso de que estás haciendo algo mal, que no deberías ser feliz porque no estás completa y que quizás tú tengas la culpa de eso.


Comienzas a darte cuenta de que no disfrutas de tu felicidad como lo hacías antes, de tu exitoso trabajo o de tus grandes amistades, del tiempo en familia o de tus momentos de soledad, comienzas a preguntarte si de verdad necesitas a alguien, y, en la mayoría de los casos, no es así, no es una necesidad real, es una necesidad impuesta. Nos hacen creer que carecemos de algo cuando en realidad no lo queremos.

Y comienzas a ser consciente de que todos tus amigos están emparejados, que todas las canciones hablan de amor y que todas las películas acaban en beso, que en todos los libros la protagonista se enamora perdidamente del personaje principal, y joder, hasta tú lo haces y es que te lo venden jodidamente bien.


El simple hecho de que nos hacen sentir mal por no tener algo que en ocasiones ni deseamos, y nos hacen buscar desesperadamente unas expectativas idealizadas en otras personas para poder estar completamente bien con nosotros mismos. De repente toda nuestra esencia se reduce a la capacidad ¡de atracción sobre otros, de ser queridos, deseados.


Pero entonces llega una delicada Keira Knightley en Begin Again para hablarnos (o cantarnos) sobre la soledad, sobre tener que soltar para poder conocernos a nosotros mismos y aprender a estar bien con nuestra simple compañía.

Y entre tanto “happy ending” y “love stories” escuchamos a los Beatles cantarles a toda esa gente sola en el mundo, y les escuchamos. Y quizás así entendemos un poco mejor que a pesar de la continua insistencia social todos seguimos estando solos, que la vida es un viaje individual y que la compañía solo es una parte de ella. Que estamos unidos por nuestra soledad y que debemos reivindicarla.


Que no necesitamos a nadie a parte de nosotros mismos, somos los únicos que estaremos desde el principio y hasta el final.

El resto de personas que nos acompañarán en el camino únicamente estarán ahí porque las elegimos, porque nos aportarán algo, no como una necesidad, no como una obligación. Y se sentirán afortunados porque les escogeremos porque queremos hacerlo, no por miedo, no para evitar la soledad.


Y mientras la sociedad se empeña en hacernos creer que todo estará bien si tenemos amor, olvida lo más importante, que lo que verdaderamente hará que todo vaya bien será el momento en el que podamos decir “Todo irá bien porque me tengo a mi mismo, porque estoy conmigo”.


Así como Keira sale del bar donde está cantando su exnovio para pasear en bici de noche por las calles de Nueva York, sonriendo, y es que por fin lo ha entendido.


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