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¡#AlertaRoja para la cultura!

  • Alba González López
  • 17 oct 2020
  • 4 Min. de lectura

El sector de los eventos comienza a movilizarse a lo largo del mes de septiembre para reivindicar la caída de su industria debido a la pandemia


Por: Alba González López


“Cuando los países se desmoronan y se caen, lo único que queda de ellos es la cultura, por eso es tan importante”, decía Alejandro Jodorowsky hace años. Y nosotros en 2020 pudimos comprobarlo.


En un planeta encerrado, sin gente en las calles, con miedo y estrés acumulado, la única salvación fue aferrarse a la cultura. A las series, a los conciertos en streaming, al libro para el que nunca encontrábamos tiempo, al arte virtual. La cultura se ha remodelado en estos meses de confinamiento, y lo ha hecho por nosotros. ¿Cómo se lo estamos pagando ahora que nos necesitan? ¿No pensamos agradecérselo en esta nueva normalidad?


El sector cultura es, sin duda, uno de los más afectados por la pandemia. Los más de 700.000 empleados por esta industria, según los datos del tercer trimestre del año de la Encuesta de Población Activa (EPA), se sienten desamparados ante la falta de iniciativa por parte de la gestión mientras ven cómo otros sectores sí están siendo regulados. Es por ello, y en señal de apoyo o protesta, que las redes sociales (y no solo) se tiñen de rojo mostrando ese SOS de Alerta por la cultura.


El movimiento pacífico y solidario ha sido promovido por MUTE (Movilización Unida de Trabajadores del Espectáculo) en España y lo han hecho siguiendo los pasos del movimiento internacional We Make Events - Red Alert. Además del apoyo de los trabajadores, decenas de entidades culturales han puesto su granito de arena a las movilizaciones de una forma u otra. Gracias a esta suma, los trabajadores del sector han podido reivindicar y, manifiesto en mano, pedir medidas urgentes al Gobierno y Ministerios correspondientes para “garantizar la supervivencia del sector”.


17-S


La primera gran movilización visible se dio el pasado 17 de septiembre, aunque no la única ya que la lucha continúa a día de hoy. 28 ciudades del país se manifestaron para protestar por la precariedad de la cultura tras la pandemia. A lo largo del día pudimos ver cómo nuestras timelines se teñían de rojo con publicaciones del logotipo del movimiento o, simplemente, un fondo rojo (algo parecido a lo que ya pudimos observar en color negro con el movimiento BLM). #WeMakeEvents fue uno de los hashtags que más peso tuvieron en el día y en él pudimos ver el apoyo de, entre otros, cantantes, actores, músicos y artistas en general. Desde Rozalén hasta Elvira Sastre, Andrés Suárez o Guille Galván mostraron su solidaridad con la movilización del 17-S haciendo que esta se viralizase por completo captando así la atención de, al menos, la ciudadanía.


Además de en las redes sociales, la Alerta Roja salió a la calle. Fachadas de edificios se iluminaban en rojo, balcones que vestían de este color y, lo que más repercusión tuvo, las exitosas concentraciones convocadas en distintos puntos del mapa español. Las concentraciones se desarrollaron extremando las medidas de seguridad; de hecho, se controló el aforo con un sistema de “tickets”que se agotaron una semana antes del día. Lo llamativo fue que, en cada ciudad, los asistentes organizaron hileras de sus cajas de transporte (o flight cases) en las que llevan los materiales de trabajo, cables, instrumentos. Este se convirtió en el elemento más visual de las concentraciones.


30-S


La siguiente movilización convocada por Alerta Roja se dio el día 30 de septiembre, el llamado Global Day. El movimiento se amplió a todo tipo de disciplinas que forman parte de la cadena de valor cultural. Se pidieron acciones que fuesen creativas, expresivas y representativas de las distintas disciplinas para que las redes sociales se volviesen a llenar de unión y visibilidad al movimiento. El objetivo era claro: demostrar a los altos cargos que este es un movimiento de peso, unido, internacional y creativo.


De nuevo, pudimos ver edificios, platós de televisión, escenarios iluminados de rojo, bailes, canciones y otras muchas acciones que volvieron a reivindicar que la cultura sigue desamparada.


La clave: apostar por una cultura segura


De igual manera que las prácticas sociales han tenido que modificarse con esta pandemia que aún tanto afecta a nuestro país, el modelo cultural lo ha hecho. En estos meses post-confinamiento, la industria ha demostrado su capacidad de adaptación a este nuevo momento, sin embargo, sigue necesitando ese respaldo por parte de los altos cargos para dejar de estar en una situación tan precaria. La cultura puede ser segura, los eventos se están desarrollando con unas medidas brillantes haciendo que los asistentes tengan casi menos riesgo de contagiarse en una butaca que en un vagón de tren. El uso de la mascarilla, la toma de temperatura, los asientos numerados, espacios abiertos o la distancia de seguridad son algunas de las nuevas prácticas que los organizadores de eventos están llevando a cabo para mantener la salud de su público.


El sector necesita el apoyo de nosotros ciudadanos; el apoyo de todo aquel que en algún momento se ha aferrado a alguna de las disciplinas artísticas, que las practique o las disfrute, que las viva o las sienta. En estos meses, la cultura lo ha dado todo por nosotros. Es nuestra deuda salvarla ahora que nos necesita.


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